lunes, 13 de agosto de 2012

Que se acabe la ilusión


La página en blanco y la mente colapsada con ideas sin orden alguno, mas el mayor mal de todos, es que las palabras no fluyen como yo quisiera. La ataraxia que consigo al realizar una disertación en harmonía me abandona, por el crucial hecho de no poder escribirla.

A ti te llamo, inspiración divina; deja que fluyan ágiles de mi mano el contorno de cada letra, de cada palabra. Déjame hacer poesía en prosa. Permíteme dormir hoy tranquila; consiénteme ese capricho vedado por mi propio pensamiento, atormentado por el esbozo de esa noche. No pedí en ningún momento tener esos recuerdos, y mucho menos si no hay cabida para ninguna decisión, pues sin duda la espera siempre es la peor amiga. Una espera que ni siquiera sé si es sincera, o simplemente es resultado de ese afán por el cerebro humano a jugar con uno mismo.

Pues yo digo: ¡que se acabe la ilusión! Que las cosas sean simplemente como son, sin aderezos que vistan el tablado de ese baile de dos.



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