Gracias a la característica
que le es propia a las mentes jóvenes, puras, impolutas, ansiosas por empaparse
de conocimiento, se les ayuda desde su primera instancia a construir su propia
habitación del ser. Para ello, se les intenta proporcionar los conocimientos
del mundo que les rodea, si bien no sólo en el aspecto sensorial, sino
enseñándoles también a apreciar todas las cosas en su pura naturaleza; no sólo maravillarse
por el color carmín de una rosa pero caduco, sino además de eso, percibir la belleza
intemporal y serena, la belleza científica.
Imagen a escala del interior del E. coli |
Toda la vida hemos estudiado qué es la célula. Pero
a su vez, fraccionamos la información, y me atrevería a decir que estas mentes
jóvenes, pese a diversos intentos, no tienen la idea verdadera de lo que es, de
lo que ellos mismos son. Lo toman ya como algo tan común, que no reparan en su
complejidad. Imaginan algo así como un saco medio vacío con pequeñas motas que
llaman orgánulos, material genético... Pero las cosas no son tan simples como
parecen. La célula está perfectamente compactada y organizada, ¿cómo meter sino
hasta 8 metros de ADN en algo tan diminuto? El éxito se debe gracias a
magníficos mecanismos que coordinan todas las pequeñas moléculas de nuestro
cuerpo llevado a cabo por las denominadas proteínas.
Las proteínas son los sillares estructurales de las
células de los seres vivos. Por eso, ¿no deberíamos asombrarnos de cómo un
cuerpo tan diminuto puede sintetizar algo que nos confiará las características
de cada individuo? Sí deberíamos. Pero aún más lo deberíamos hacer de nosotros
mismos por reducir algo tan complejo, a algo insignificante. Por suerte,
siempre quedarán mentes que se interesarán por buscar y conocer distintos
puntos de vista, para llegar a satisfacer esa curiosidad que nos es innata pero
que algunos olvidan, y de ese modo, llegar algún día simplemente a saber.
“Dedicado a aquellos científicos como Ramón y Cajal,
que si bien no eran genios, dedicaron toda su vida a la ciencia, repitiendo, comprobando
y mejorando experimentos de los demás, pues ese es el combustible que mueve
este tren. Sin ir más lejos, logró así descubrir la sinapsis neuronal,
perfeccionando las técnicas de Golgi.”